lunes, 17 de enero de 2011

Metrópolis



Metrópolis George Grosz, 1917

Varias obras de artistas alemanes del periodo de entreguerras llevan este nombre ¿Por qué?

Berlín no fue capital de Alemania hasta 1871. En esa fecha tenía unos 825.000 habitantes, más de 4.000.000 en 1925. Es decir su población se multiplica por 5 en poco más de 50 años y la ciudad se convierte en un referente cultural, arquitectónico y centro financiero a nivel mundial.

El cuadro Metrópolis de Grosz muestra el movimiento y el caos propios de una gran ciudad. Y lo hace con unas perspectivas imposibles, en tonos oscuros en contraste con rojos y azules, con unas figuras espectrales que corren y se cruzan sin mirarse.

En 1918 Alemania pierde la I Guerra Mundial, firma en 1919 el tratado de Versalles. Es un país derrotado que además está sujeto a la pérdida de parte de su territorio y a durísimas condiciones de reparación. Los años de la República de Weimar son una época de crisis política, económica, financiera, monetaria y social. Pero,  paradójicamente, son años de una gran actividad artística y creativa. Brillan figuras como Bertolt Brecht  en el teatro,  Kurt Weil en la composición, Friedrich Wilhelm Murnau y Fritz Lang en el cine; son los años de la Bauhaus y de numerosas vanguardias creativas.

¿Cómo era Berlín en 1927?




Una gran ciudad con mucho movimiento y grandes desigualdades sociales (*).


En este clima nacieron dos grandes obras: La película Metrópolis de Fritz Lang y el tríptico Metrópolis de Otto Dix.


Metrópolis es considerada una obra maestra del Expresionismo alemán en el cine y narra el conflicto que enfrenta a los dos grupos antagónicos en que se divide la sociedad: la élite de propietarios y pensadores que viven en la superficie, en un mundo de grandes rascacielos y paisajes urbanos, y la casta de trabajadores, que viven en el subsuelo y que trabajan sin cesar para mantener el modo de vida de los de la superficie. Todo ello en el futuro y aderezado con un robot y una historia de amor.

Y ahora vemos otra Metrópolis completamente distinta. Es una obra Otto Dix relizada entre 1927 y 1928 en temple sobre tabla y tiene unas dimensiones considerables: 181x400 cm



En esta obra de grandes dimensiones Otto Dix elige como formato
el tríptico, tradicionalmente utilizado para escenas religiosas. Pero el contenido es muy distinto, se trata de una feroz crítica a la ciudad de Berlín, un lugar de alta densidaa humana, donde el sexo es lo que todos buscan y el cuerpo de la mujer el gran reclamo. 


En la tabla de la izquierda vemos una escena de prostitución callejera. Ante el reclamo procaz de las prostitutas, Dix muestra el deseo a través de su cara opuesta: la impotencia representada por el mutilado de guerra y el hombre caído sobre el pavimento, tal vez por los excesos del alcohol. 



La tabla central muestra el Berlín de las clases acomodadas que ama la fiesta y baila a ritmo de Jazz sin importarle la miseria que ha quedado fuera. En la esquina superior izquierda aparece un personaje que guarda un extraordinario parecido con James Joyce. En 1927 apareció la versión alemana de Ulises y Dix la leyó.


La tabla derecha muestra el interior de un prostíbulo. La mujer en primer plano lleva una especie de boa de piel, que enmarca un vestido rosa con una forma muy sugestiva. Todo ello evoca claramente "el origen del mundo", "la puerta del paraíso" o, dicho más crudamente, un sexo femenino gigante emblema de la profesión que allí se ejerce.




Eran momentos convulsos. Seis años después, en 1933, Hitler llega al poder y comienza un catastrófico capítulo de la historia de Alemania y de la humanidad.

(*) Imágenes del film documental Sinfonía de una ciudad dirigido en 1927 por Walter Ruttmann.




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